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MaALeEC. Ruta Urbana 4. SURREALISMO

“El hombre que no puede visualizar un caballo al galope sobre un tomate es un idiota”

Son las palabras de André Bretón (1896-1966) escritor y poeta francés con quien se asocia el termino “surrealismo” que emerge en París en 1924 y se esparce por Europa entre la I. Y II. Guerra Mundial. Aunque su manifiesto fue usado por primera vez por Guillaume Apollinaire (1880-1918), escritor y crítico de arte francés, en el prólogo de su pieza: Las tetas de Tiresias (1917). Bretón se inspiró en el libro de Freud cuando ejercía como camillero en hospitales psiquiátricos durante la guerra.

La interpretación de los sueños, donde el autor explora la idea de que la mente humana posee un nivel oculto, llamado: inconsciente (aquello de lo que la mayor parte de tiempo no tenemos conciencia).

El surrealismo pretende superar la limitación del inconsciente, pretendiendo al subconsciente expresarse a través del arte. Acceder al subconsciente es mostrar pensamientos y deseos indecorosos, plasmar imágenes chocantes como formas abstractas o figurativas simbólicas, utilizar recursos como maquinas fantásticas, relaciones entre desnudos y maquinas, perspectivas vacías, fragmentos automáticos.

Los surrealistas empezaron a dejar al subconsciente trabajar, ya fuera mediante escritura o pintura automática, para plasmar sueños, en definitiva, para ser libre y espontáneo. Se interesaron por el arte de los pueblos primitivos y por el arte de los niños. Los artistas a menudo elaboraban obras en estado de trance o hipnosis. Los títulos de sus obras eran largos y a menudo confusos. Sus temas suelen ser incongruentes en el sentido que el artista muestra su faceta más individual, aunque tiene algo universal, porque todos lo podemos entender. Hasta los niños son capaces de captar si algo es surrealista o no.

El automatismo, es una característica del surrealismo, se expresa sin límites y sin control de razón, era un intento de protesta contra las normas establecidas, tanto en el arte como en el ámbito social.

En la calle Concentaina (Albaina) reconocerás obras de Joan Miró y Maruja Mallo.

MARUJA MALLO (Ana Mª Gómez González) "Mitad ángel, mitad marisco"

Maruja Mallo ( Ana Mª Gómez González) nacido en Viveiro (Lugo), sus estudios empezó pero no lo terminó en Madrid (Real Academia de bellas artes de San Fernando), donde hizo amistad con Salvador Dalí, él la llamaba “ mitad ángel, mitad marisco”. Era un miembro de la generación 27, también formó parte de las de “sin sombrero”, jóvenes intelectuales (Dalí, Manso) que salieron a la calle sin esa prenda. En esa época el sombrero era señal de una posición alta en la sociedad, sinónimo de tener estudios.

Maruja contaba que les apedreaban en la Puerta del Sol y que les llamaban “tercer sexo”. Ella era libre, apostaba por la igualdad entre géneros.  Libre para decidir con quién, cuándo y cómo dormir. Entre sus conquistas se encuentran Miguel Hernández, Pablo Neruda, Rafael Alberti.

Durante la Guerra Civil vivió en París, Nueva York, Buenos Aires.

Como pintora surrealista, en los años 20 su estilo es “colorista”, alegre con temas mágicas y cosmopolita. La representación es surrealismo figurativo con diferentes escenas representadas en el mismo lienzo. Un ejemplo es las Verbenas, en los que Mallo retrata las fiestas populares madrileñas, en las que todo es posible, mostrando escenas abarrotadas de personajes que la artista trata con un trasfondo irónico.

En los años 30 su paleta se oscurece (solo usara blanco, negro y marrón) y abandona la figura humana por el esqueleto, el andrajo y la huella. Cloacas y campanarios será su serie más cercana al surrealismo.

En Buenos Aires, durante sus 25 años de exilio, se centró en la naturaleza, colores, luces pasado por un especie de “filtro geométrico”. En esta época las máscaras y retratos bidimensionales también cobran vida en sus lienzos. Es donde inicia su serie Marina y la serie Terrestre. La Sorpresa del trigo (1936) es una de sus obras que nos inspiró en la Calle Italia junto con una de la serie Máscaras inspirados por los cultos sincréticos de los indígenas. Cuando regresa a España (1964), sigue pintando hasta el final de su vida. (viajeros del Éter, Acróbatas)

La llaman surrealista pero lo cierto es que su obra es difícil de clasificar. Además, por ser mujer, en su época no fue reconocida.

La sorpresa del trigo (1936)

Maruja Mallo

 Máscara  (1952)

Maruja Mallo

JOAN MIRÓ “Nunca sueño cuando duermo, sino cuando estoy despierto“

Joan Miró (1893-1983), ceramista, escultor, grabador y un pintor barcelonés del s. XX. Es considerado por Picasso como “perpetuo niño que nos maravillaba en cada cuadro”. Es uno de los pioneros del surrealismo, que plasman sus sueños a través de la pintura, escritura de forma automatizada y libre, haciendo trabajar el “subconsciente”.

Pero antes de ser pintor, por la exigencia de su padre por ser “ un hombre de verdad y conseguir algo en la vida”, ejerció como contable en una droguería dos años tras sus estudios. Su trabajo cada vez le agobió más que le provocó una crisis nerviosa, para sanarse se traslada a un pueblo de Tarragona. Es donde decide a dedicar su vida al arte. Es donde pinta su cuadro, La Masía (1922) donde se evidencia el estilo surrealista. Elimina la pared del establo para dejar ver lo que hay dentro, vemos los objetos con nitidez, precisión en diferentes perspectivas.

A pesar de la afinidad con el surrealismo, él quería crear un arte nuevo donde se mezcla la poesía con la pintura.

Las formas, figuras que vemos en sus lienzos se reducen a las formas geométricas, puntos, líneas. Los protagonistas de los colores de su paleta son colores primarios, rojo, azul, amarillo. También utiliza el negro y verde.

Joan Miró decía que para él no había ninguna diferencia entre la pintura y la poesía. Su estrecha relación con la poesía es la clave para la comprensión de sus obras.

“La Bailarina II” de Joan Miró vio la luz el año 1925 y actualmente se encuentra expuesta por la Fundación Joan Miró en Barcelona. Se trata de una obra abstracta cuyo tema es una bailarina y los movimientos que esta realiza mientras baila. El corazón rojo puede ser la cadera de la bailarina, representa movimiento y pasión frente el fondo azul frío y distante. La luna puede ser la cabeza de la bailarina que se conecta con la araña mediante un hilo fino que nos recuerda de la noche mística, sensual, aun más si nos fijamos en la línea vertical con sus puntos amarillos en continuo movimiento. Podemos imaginar una danza erótica coloreada por la pasión, frialdad, fantasía a un ritmo circular.

‘Or de l’azur  (acrílico sobre tela, 205x173cm), 1967, Barcelona Fundación Joan Miró. Un superficie amarillo dorado con sus estrellas, planetas con sus figuras elementales como el hombre, la mujer y el pájaro. Espacio invadido por una gran masa azul.

La Bailarina II, 1925

Joan Miró

‘Or de l’azur  (acrílico sobre tela, 205x173cm), 1967

Barcelona Fundación Joan Miró

Joan Miró

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