Aunque no es un pintor muy conocido Frantisek Kupka (1871-1957) de origen checo, hoy los historiadores del arte reconocen como uno de los “padres” de la abstracción, aunque muchas de sus obras más tempranas poseen un marcado espíritu simbolista. Sus obras abstractas tienen base de realismo, que más tarde evolucionaron al arte abstracto puro.Fue un hombre solitario e independiente, anticapitalista y anticlerical “que viajaba a otros mundos”.
“Desde pequeño era un solitario y mi juventud era triste”, escribió el pintor Frantisek Kupka en sus memorias.
No formó parte ni del cubismo, ni del futurismo, y por el temor a exponer firmó su primer contrato con un galerista a los 80 años.
A pesar de demostrar talento para pintar, a sus 13 años tuvo que empezar a instruirse en un oficio (montar sillas), pero afortunadamente el alcalde de su pueblo convenció a su padre para que le dejará estudiar. En otoño de 1889 Kupka ingresó en la Academia de Bellas artes de Praga en el taller de pintura histórica y religiosa.
En 1895/96 llegó a París, la ciudad en la que residiría durante gran parte de su vida, aunque nunca se desvinculó del todo de su patria (de hecho, llegó a participar en la Primera Guerra Mundial y alcanzó el grado de capitán junto con las tropas checas.) Bajo el seudónimo de Dalny dibujó carteles, postales y caricaturas de propaganda anti-austriaca. En otras ocasiones diseñó uniformes y la bandera de las legiones checas.
En aquellos primeros años en la “ciudad de la luz” Kupka practicaba meditación.
A los 18 años , además de pintar, ejercía como médium en sesiones espiritistas. Él creía de verdad que tenía habilidades como intermediario con el “más allá”. No lo hacía para engañar o aprovechar de otras personas.
Durante todo ese tiempo, mantuvo sus particulares creencias esotéricas, espiritistas y religiosas, que le acompañarían hasta el final de su vida y que influyeron notablemente en su creación artística.
En los años 30, Kupka se sentía incomprendido, sufría graves crisis nerviosas y en esa época destruyó muchas de sus pinturas.
Juan de Dios Megías Roca, pintor de El Campello, propuso y llevo a cabo el mural que podemos ver junto con el jardín de las violetas , un espacio para celebrar el Día Internacional de la Mujer.
El cuadro se titula: “ El principio de la vida (1900-03) El original se encuentra en el Musée National d’Art Moderne- Centre Gearges Pompidan ( Paris) de tamaño 34cm x 34cm.
En esta ocasión trata un tema budista -la flor de loto como símbolo del alma-intentando operar una sintesis entre la tradición espiritualista y la visión científica de su época ( el feto está unido a la flor por el cordón umbilical ).
La flor de loto como símbolo del alma, con la visión científica de la época del embrión. En las obras de Kupka, igual que en algunas de Mondrian, Kandinsky se refleja que como influyó a los artistas el esoterismo.
El loto es una planta acuática, que está asociada con el apego y los deseos carnales. La flor abierta representa la creación del Universo, la flor cerrada simboliza las posibilidades infinitas del ser humano.
El principio de la vida (1900-1903), tamaño 34×34
Frantisek Kupka
El original se encuentra en el Musée National d’Art Moderne
Centre Gearges Pompidan (París)
Juan de Dios Meigas, artista y vecino de El Campello
Olga Blinder, de origen judío, nació en Asunción en 1921. Vivió durante difíciles etapas de la historia paraguaya, como la Guerra del Chaco, la Revolución del 47 y la larga dictadura de Stroessner. Desde pequeña le gustaba dibujar; su padre la apoyaba en esto, y también le incentivaba la lectura.
En 1938 terminó el colegio con la medalla de mejor bachiller, al año siguiente ingresó a la facultad de Ingeniería. Siguió la carrera hasta el tercer curso y estando en la facultad contrajó matrimonio con Isaac Schwartzman.
En 1948 su marido la apuntó en un curso de pintura en el Ateneo Paraguayo con la profesora Ofelia Echagüe Vera, una pintora sumamente importante en el Paraguay para la transición hacia el arte moderno, que se desarrolla tardíamente en comparación con el resto de América. Cabe destacar la influencia decisiva que tuvo en este hecho la llegada en 1950 del brasileño João Rossi, quien impartió clases informales que acercaron a sus alumnos a las tendencias de vanguardia.
En 1954, Olga Blinder expone con el Grupo “Arte Nuevo”, del cual fue una de las fundadoras, junto a Josefina Plá, Lili del Mónico y José Laterza Parodi.
Esta exposición, que se conoce como la Primera Semana de Arte Moderno Paraguayo, se realizó en las vidrieras de la calle Palma de Asunción, causando una reacción de perplejidad en el público.
Algunas de las primeras obras de Olga no se alejan mucho de lo académico, pero ya muestran cierta inquietud por los temas sociales. En otras se evidencia la influencia de Picasso y el cubismo en la tendencia a la geometrización, algo que ya había ocurrido mucho antes en el resto de Latinoamérica como un paso casi ineludible en la búsqueda de una imagen con identidad propia.
Hacia las décadas de 1960 y 70, sus búsquedas e investigaciones se van afianzando en propuestas diferentes que a veces se dan en forma simultánea. Por un lado, produce obras con con énfasis en lo pictórico, con riqueza en la pincelada, en la textura y la materia, como se puede ver en la obra, “La mujer de la sombrilla, 1963” con óleo, pintura sintética y collage sobre tela. Su deseo constante de renovación también la lleva a incurustrar en la pintura soportes recortados.
El montaje , “ Señorita sin pies ni cabeza”, 1978 fue presentado en la muestra de “ Arte Catastrófico”.
Como educadora, ejerció la docencia en arte durante más de 30 años, promovió y desarrolló la educación por el arte, dirigió varias instituciones educativas, como la Escolinha de Arte de la Misión Cultural Brasileña y los Talleres de Arte del IDAP. Fue fundadora y Directora del Instituto de Arte (IdeA) y del Instituto Superior de Arte (ISA) dependiente de la Universidad Nacional de Asunción. Recibió numerosos premios: de la Liga de Derechos de las Mujeres, del Gobierno Brasileño, del Ministerio de Educación y Cultura de Argentina, que le otorgó el premio de Integración Latinoamericana. También publicó gran cantidad de libros.
Su personalidad era fuerte y casi amedrentadora, de convicciones firmes, humilde en la evaluación de su propia obra, de una sinceridad a veces áspera pero justa para la crítica. Falleció el 19 de julio de 2008, dejando un valioso legado que deberá ser merecidamente resguardado y difundido por todas las instituciones culturales y artísticas del Paraguay.
Maternidad, 1953, colección particular
Olga Blinder
Voluntarios inspirados de la obra de Olga Blinder